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viernes, diciembre 15, 2006

Algo sin sombra


El libro puede ser adquirido en Plural Editores de La Paz.



- Este texto fue leído en la presentación del último poemario de Ariel Pérez, realizado en la Alianza Francesa el martes 28 de noviembre de 2006.

- El ciudadano K. hubiera querido escribir un elogio a dicho libro pero más inteligente le ha parecido postear lo que una lectora escribió de ese trance poético.

K.


El autor en la toma lograda por un gran fotógrafo de La Paz, Vassil Anastasov.

El lugar / no lugar de la muerte en “Algo sin Sombra”

Por Tania Delgadillo Rivera

Platón afirmó que la filosofía es una meditación de la muerte, Shopenhauer nos dice que la muerte es el “genio inspirador”, que “sin ella difícilmente se habría filosofado”. Toda vida filosófica, escribió Ciceron, es una commentatio mortis. Desde los filósofos griegos hasta los modernos y contemporáneos, las reflexiones y concepciones sobre la muerte indican su eterna ligazón con la vida, así la muerte es manantial de vida no sólo desde lo espiritual sino también como resurrección de la materia. “Es preciso resignarse a morir en una prisión oscura para renacer en la luz y la claridad... la muerte es suprema liberación”, nos dice el poeta y crítico español Juan Eduardo Cirlot.

Para la poesía, de igual modo, la muerte en sus diversas formas ha sido el material esencial sobre el cual se han construido las metáforas más sublimes. En palabras de Zenda Liendivit “todos cargamos con varios funerales íntimos de los que de una forma u otra, a veces con mayor o menor fortuna resucitamos”, dice la escritora argentina quien a su vez se pregunta sobre el lugar que ocupa la muerte hoy en la cultura occidental.

Quizá por el temor que despierta sea que se ha convertido incluso en una palabra que es mejor no pronunciarla, pero cuando ella se instala de repente y se hace presente en nuestra casa, siempre de manera repentina y sin anunciar, de forma violenta aunque su rostro es más bien de paz, nos trae de la mano un mensaje y nos recuerda nuestra condición transitoria.

La muerte también representa la transformación de todas las cosas, nos dice Cirlot, es la desmaterialización, en su sentido positivo; como sentido negativo, la muerte suele ser reflejada como melancolía, descomposición, final de algo determinado y por ello integrado en una duración.
Desde la mitología griega, la muerte ha sido hija de la noche y hermana del sueño. Así poetas de todas las culturas y todas las épocas le han compuesto toda clase de versos. Algo sin sombra de Ariel Pérez es una meditación y un encuentro con la muerte, es una aceptación y una reflexión sobre su eterna presencia, y por esa razón el poema invita a dejarse llevar sin temores, de la mano del poeta que no la niega, más bien la acepta, le habla, la observa, la piensa, la poetiza, la sublima, como una forma de celebrar la vida.

Un diálogo con la muerte
El poema está construido sobre el diálogo del poeta con la muerte. Describe paisajes interiores, evoca recuerdos que se entremezclan con imágenes del sueño; imágenes cargadas de tierna levedad se aglomeran mientras el poeta se pregunta y reflexiona sobre el secreto del arcano del ser y no ser, de la vida y la muerte, fronteras que se diluyen cuando ingresa al otro territorio: la noche.

Ariel Pérez, nos abre las puertas de su casa interior, donde habitan sus seres, los que le han dejado huella: Adela, Inés, Blanca, Julio, Rodolfo; los nombra y al nombrarlos les da nueva existencia, y como materialidad recobran vida nuevamente en el poema; lo acompañan, lo llevan de la mano por lugares recónditos; los otros, sus seres del presente, aparecen y toman forma de constelación (como noción de faro, de guía necesaria para todo viaje) mientras nos recuerda que en los procesos de transformación es necesario mudar de piel para renacer.

El poema simboliza y encierra en sí mismo la idea de ciclo, como lo es la vida misma. Se inicia en el punto exacto de su propio alumbramiento y se cierra en ese mismo punto aludiendo un nuevo comienzo. La estructura circular simboliza el eterno movimiento, donde todo se transforma. Y como el arte tiene la virtud de simbolizar, el poeta utiliza el símbolo de manera singular para trascender la propia naturaleza humana, como necesidad y condición para integrase a una estructura mayor: el universo, el cosmos. Y vestido de una nueva piel, después de transitar por recónditos lugares / no lugares, el poeta retorna después del viaje cargado de nuevos/viejos saberes.

Un viaje y un conjuro a la muerte
Algo sin sombra es el recorrido de un viaje que da cuenta de un ciclo que se inaugura el mismo instante en que vio la luz por primera vez como aquel día ocho del sesenta en que la luz invadió la bóveda cálida en la que se encontraba.

En este séptimo poemario Ariel Pérez plasma imágenes de su mundo onírico, construidas sobre los andamios de enlutados días cuando los muertos –nuestros muertos– se presentan con furia y lo llevan nuevamente a transitar esos senderos y a dialogar con la que vive en todos los cuerpos.

Un conjuro a la muerte es este diálogo interior, una meditación sobre su eterna presencia, un encuentro sereno y sabio que le revela misterios profundos donde las verdades son inciertas y / el saber oculto es lo único que importa.

Y en ese ir y venir desde recónditos paisajes íntimos, Ariel Pérez transluce, también, esa su celebración a la vida, a su vida presente, al fuego que crece, y vuelve de ese viaje para que todo comience de nuevo, desde el fin, desde febrero, desde el único comienzo que le fue permitido.

La Paz, 28 de noviembre de 2006

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